miércoles, 11 de junio de 2008

Trabajo a turnos y salud.

En los últimos años, ha surgido una especialidad de la psicopatología (Psicopatología Laboral) que se dedica al estudio de los trastornos que se desarrollan como consecuencia directa del desempeño de un trabajo, así como de las alteraciones que surgen debido a la ausencia del mismo, (Bronsky, 1996; Cabral, 1988; Fernández-Montalvo y Garrido, 1999).

En la sociedad actual, una gran parte del tiempo se invierte en la actividad laboral, constituyendo ésta una parte importante de nuestra propia identidad. Las condiciones en las que se desempeña un puesto de trabajo influyen de forma significativa en la salud mental del trabajador. La oportunidad de control, la adecuación entre las exigencias del puesto y las capacidades de la persona que lo desempeña, las relaciones interpersonales, el salario y la seguridad física son, entre otros, aspectos importantes que ejercen una gran influencia sobre el bienestar psicológico. En la medida en que un empleo reúna estos elementos, podremos obtener el grado de satisfacción laboral y de salud mental de los trabajadores que lo defienden.

Uno de los aspectos más relevantes que pueden afectar a la salud del trabajador son los horarios de trabajo. El sistema de turnos afecta alrededor del 20% de la población laboral (Peiró, 1992).
Este modelo de trabajo, frecuente en nuestra sociedad, presenta grandes inconvenientes, por ejemplo: el dormir de día no es lo mismo que dormir de noche; el organismo no adapta fácilmente sus ritmos biológicos a horarios irregulares o a un tiempo de organización cada vez más exigente.
Debemos tener en cuenta que la intensidad de las funciones fisiológicas varía a lo largo del día. Los máximos suelen coincidir con la luz del día y los mínimos con la noche.
El nivel de glucemia y la presión sanguínea, la actividad del tiroides (glándula que controla la intensidad de la actividad metabólica celular), la temperatura corporal, la secreción de adrenalina y noradrenalina (homonas medulares que actúan como neurotransmisores) son variables sujetas a ritmos circadianos (ciclos cotidianos de la función corporal, con una periodicidad aproximada de 24 horas). Por ello, es aconsejable situar el horario laboral entre la salida y la puesta de sol, con el fin de hacer coincidir la actividad laboral con la actividad fisiológica.

Ahora bien, no hay que olvidar que la sociedad actual exige, sobre todo en algunas profesiones (p.e.: personal sanitario y de emergencias), ajustar el horario laboral a límites extremos, situándolo fuera de los tiempos fisiológicos aconsejados. Es entonces cuando la actividad laboral organizada por turnos puede tener repercusiones psicológicas de carácter negativo.

En los trabajos con un sistema de rotación por turnos, el organismo del trabajador se encuentra inmerso en un proceso continuo de cambio y de adaptación, lo que puede producir más problemas que si llevara un horario más convencional (p.e.: de lunes a viernes y de 8 a 15 horas).
El tiempo estimado que necesita un organismo para adaptarse a un cambio de turno es de 6 a 8 días, dependiendo de variables como: el horario y el tipo de trabajo, la familia, la personalidad del individuo, etc…

Existe cierta evidencia científica de que las personas que llevan un sistema de trabajo organizado por turnos ven o pueden ver afectada su salud mental de manera importante. Ejemplo de ello lo constituyen psicopatologías como: Trastornos del sueño, Síndrome de Fatiga Crónica, Estrés Laboral, Sintomatología Depresiva y Problemas Psicosociales.

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